24.8.10

SUB-TERRA


LA VIDA DE LOS MINEROS DE CHILE

Parece inaudito que hoy se repitan las vivencias relatadas a principios del siglo 20 por nuestro excelentísimo escritor Baldomero Lillo en sus libros "Sub-terra" y "Sub-sole". En ellos se relatan las penurias y esfuerzos de los mineros de la ciudad de Lota en el sur de Chile. Esos eran mineros del carbón, que corrían muchos más riesgos que los mineros nortinos que extraen cobre, oro, hierro, plata, molibdeno y otros tesoros del suelo. Ellos esperaban inundaciones marinas y hasta la muerte por el gas grisú.

Pero no se extrañen, hace poco tiempo atrás, en esa ciudad de Lota murieron ahogados muchos mineros en una mina de carbón que no cumplía los requisitos legales de seguridad.

En estas últimas dos semanas, en la tercera Región de Copiapó, un grupo de 33 mineros quedó atrapado a más de 700 metros bajo tierra, bajo un intrincado conjunto de galerías subterráneas, al desplazarse una masa rocosa que bloqueó la salida.

De inmediato los familiares se desplazaron al lugar armando un campamento y gracias a Dios y a todos los santos invocados, luego de 17 días excavando con sondas, se pudo establecer que los mineros están vivos... esperando el rescate que se estima durará aproximadamente tres meses, luego de hacerse un túnel estrecho que los sacaría mediante un canastillo.

Aparte de las divisas políticas para el gobierno de turno, viene el problema social de la seguridad de las minas chilenas. Yo he sido testigo de la desidia del SERNAGEOMIN, que no cumple su labor. O se mojan con la empresa o les avisan que van a inspeccionar, para que muestren su mejor cara y al final muchos mineros trabajan sin sus implementos de seguridad por que la empresa no se los proporciona.

Ahora el Gobierno quiere cobrarle el costo de todo el rescate a la empresa infractora que desea declararse en quiebra, para no pagar estos y muchos otros costos. imagínense las demandas que podrían prosperar en este caso por indemnización de perjuicios!...

A medida que pasa el tiempo, concluyo lo mismo, los trabajadores siguen siendo los mismos de principios del siglo 20: los humillados, desvalorados y despreciados proletas que sólo son simples números para las empresas.

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